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  • Blanca Avilés

¿Qué nos falta en el fútbol femenino?

A propósito de nuestro Primer Campeonato Nacional de Fútbol Femenino 2019.



Hasta hace algunos años, el fútbol, como deporte profesional, era un monopolio dominado por hombres. Parecía que solo el género masculino había sido favorecido para practicar este juego y las niñas o mujeres que se atrevían a hacerlo, en su mayoría, eran criticadas por estas demostraciones. Muchas familias seguían –y algunas hasta la actualidad lo hacen- con la tradición que, los hombres deben jugar con los balones y las mujeres con las muñecas.


Por el bien del mundo deportivo, las cosas a nivel mundial han cambiado. Podemos asegurar, que, en los últimos veinte años, el fútbol femenino ha evolucionado e incluso ha logrado records que ni el fútbol masculino había conseguido. Sin embargo, este avance es bastante progresivo. Por ejemplo, en nuestro país, falta bastante. Falta bastante para que, a las futbolistas, se les otorguen las oportunidades, condiciones y características de las que gozan los futbolistas (hombres).


Sesenta y un años después, de la primera Copa Mundial (masculina), y debido a los antecedentes de varios países representantes de este deporte, por organizar competiciones de fútbol femenino, la FIFA, inauguró el 16 de noviembre de 1991, la primera Copa Mundial Femenina de Fútbol, la cual se juega cada cuatro años, ahora bajo los mismos lineamientos en que se juega la masculina.


Por otro lado, desde 2002 y 2008 también se juega la Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub 20 y la Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub 17, respectivamente, celebradas cada dos años. Todos los países afiliados a la FIFA pueden participar para acceder a uno de los cupos y jugar estos mundiales.


El creciente fanatismo por el fútbol femenino y la imposición de mujeres que juegan bien, igual de competentes que cualquier futbolista masculino, otorgó la posibilidad que en algunos países (la mayoría de esos que llamamos “desarrollados”) creen sus propias ligas de fútbol femenino profesional.


Esta incipiente declaración, facilitó a la UEFA (Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol) a crear una competencia femenina, para la temporada 2001-2002, bajo la denominación de Copa Femenina de la UEFA o UEFA Women's Cup. En la temporada 2009, se cambió la nomenclatura a UEFA Women's Champions League. Cualquiera de las cincuenta y cuatro asociaciones que conforman la UEFA, pueden participar de la competición, según el torneo de su liga nacional.


Otro de los hitos importantes, proviene de nuestro Continente. La National Women's Soccer League (NWSL) es la máxima división del fútbol profesional femenino de este país y fue creada en 2013. Hoy, la mayor parte del mundo ya las conoce. El pasado domingo ganaron la Copa Mundial por cuarta vez, al ganarle 2 a 0 a Países Bajos, convirtiendo a este equipo en un referente del empoderamiento del fútbol para mujeres.


Aunque actualmente, se están tratando de acabar con las barreras de diferencia, aún falto mucho por trabajar. En nuestro país, estamos lejos. A raíz de la normativa de la CONMEBOL, que obliga a que los clubes de Primera División a contar con un equipo femenino, para que puedan participar de los torneos internacionales que se organicen en Sudamérica, nuestros equipos de fútbol han combinado las canchas.


Este año ha iniciado el Primer Campeonato Nacional de Fútbol Femenino 2019, que tiene una organización interesante, es por zonas. Los equipos que salgan campeón y subcampeón de la zona lima, lograrán su participación en la Etapa Regional Lima. En esta Etapa se definirá cual será el representante de Lima en la Etapa Nacional. En esta, el ganador se proclamará Campeón Nacional 2019 y logrará su clasificación a la Copa CONMEBOL Libertadores de Fútbol Femenino que se disputará el 2020.


Aunque actualmente, se están tratando de acabar con las barreras de diferencia, aún falto mucho por trabajar. Un claro ejemplo es que, en el año 2018, la tres veces ganadora de la Champions League, Ada Hegerber, quien fue premiada con el Balón de Oro; sin embargo, ella actualmente no juega para la camiseta de su país, Noruega, debido a las diferencias salariales para los jugadores masculinos. Lo mismo reclamó la campeona mundial Megan Rapione.


De nuestra parte, ya tenemos un campeonato de fútbol femenino. Ahora nos toca darle la inversión, oportunidades y atención que se merece. De las veces que hemos asistido a los entrenamientos o partidos, podemos asegurar que la brecha con el fútbol masculino aún es muy grande. Los escenarios son distintos. Los uniformes son distintos. Los salarios son distintos. Los auspiciadores no son distintos, porque en la mayoría de casos, no hay.


Grata experiencia es que, nuestras deportistas sí cuenten con familiares, amigos y admiradores que las acompañen. Empecemos por ahí. Sigamos promoviendo el fútbol femenino y a nuestros equipos.

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