Por Diego Paredes Castellano
El primer enfranjado que conocí fue mi abuelo. Aún antes de caminar, aún antes de hablar y de ir al colegio, yo ya sabía que los colores blanco y rojo eran importantes en mi hogar. Un sentimiento trasmitido de generación en generación, de padres a hijos. Pero, estos colores no solo eran por nuestra bandera y no solo por nuestra selección de fútbol. En mi casa, un club limeño producía esas mismas emociones y sentimientos que cuando veían a Perú jugar un partido.
Quizá, Deportivo Municipal estos últimos años ha sido tratado como un equipo del pasado, como un club tradicional, como un club olvidado. Pero, como bien dicen los ediles: “quien se enamora de los colores ve a su equipo pelear en los peores momentos”. Yo estoy ahí, en los buenos y en los malos momentos, en las victorias y derrotas. Habernos conferido cubrir la temporada del equipo, significaba acompañarlos en su resurgimiento.
El ‘Muni’ aún no puede jugar en su estadio. Siguen pasando los meses y – sus dirigentes- aun no terminan su remodelación. Mientras tanto, durante todo el Torneo Apertura, se ha alternado la calidad de local con los demás clubes y rebuscando donde jugar. Sin embargo, esto no ha sido impedimento para que los verdaderos hinchas acudan al llamado. Si juegan en Huachipa, si juegan en Huacho y si juegan en Argentina, siempre habrá un abanderado que los siga.
Por fin nos tocaba cubrir un entrenamiento de los ediles de cara a la fecha 13 de la Liga 1 Movistar. ‘La Academia’ se preparaba en un conocido club de recreación en Huachipa. El clima ya estaba cambiando y se asomaba una incipiente llovizna que hacía que el distante trayecto sea más abrupto. Yo me sentía mareado. No importaba. Habría llevado mis chimpunes si me hubiesen permitido practicar, aunque sea unos minutos con el plantel. Sería un gran honor.
El jefe de prensa del club nos recibió. Muy servicial desde el inicio. Estacionamos el auto y bajamos para ver los últimos minutos del entrenamiento. Ejercicios, pataditas y risas era lo que se vivía entre amigos. Nuestro buen contacto nos informó que las entrevistas con los jugadores deberíamos hacerlas apenas terminen y antes que los jugadores se quiten sus uniformes, pues estaban prohibidas las declaraciones dentro de este recinto sin que sean oficiales.
Esperamos. Había elegido al ítalo-peruano Pier Larrauri como mi invitado. Le había pedido una cita a través de su jefe de prensa, a lo cual habían accedido con la más natural amabilidad. Yo quería saber más sobre su vida en el Viejo Continente y su experiencia en sus pasados equipos extranjeros, en especial los ingleses. Sin embargo, también quería explorar su vida personal; sus intereses, cuantos idiomas hablaba, sus hobbies, qué equipo utilizaba en los videojuegos, todo.
Cuando nos presentaron, mi primer pensamiento fue que, su metro setenta y ocho y su postura europeizada dejaban corta su sincera simpatía. Tenía mi lista de preguntas y se suponía que este encuentro no duraría mucho. Sin embargo, el mediocampista no se limitó a unas cortas o indirectas respuestas. Me habló con la confianza de un compañero más. Como si él también quisiera conocerme y como si fuera una conversación más que una entrevista.
No solo Pier demuestra el corazón del Club Deportivo Municipal. Todo el plantel es así. Luego de la entrevista, mis compañeros y yo, nos quedamos durante una hora más. Habíamos coordinado más citas y la cereza del pastel, era el entrenador, Víctor `Chino´ Rivera. Como si fuésemos unos amigos más, algunos jugadores nos enviaron saludos, se dejaron tomar fotos y hasta grabar durante sus declaraciones. En el `Muni´ te tratan como en casa.
Cuando terminamos, nos despedimos de todos y regresamos a la realidad. Fuera de cancha, la situación económica de los ediles es compleja. Sin embargo, la cuota de alegría de su fútbol en los últimos encuentros, despeja cualquier preocupación. Me fui a casa feliz y queriendo regresar.
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